La vida histórica de Jesús es vida mía

Jesús de la historia – Cristo de la fe

Tantos…, tantos libros se han escrito de Jesús… Hasta yo mismo quisiera escribir un li-bro de Jesús, ¡y ojalá que como nadie lo ha escrito todavía…! Audaz pretensión del amor que vuela con alas desplegadas. El Papa escribió su libro de Jesús, titulado “Jesús de Naza-ret” (año 2007, 447 páginas). La primera parte va del Bautismo hasta al Transfiguración; la segunda hasta el final, y a lo mejor aparece antes que este artículo. Y la tercera, que él sue-ña, sería lo que se llama “El Evangelio de la infancia”, que es lo último que se escribió de la vida y misterio de Jesús.
En el Prólogo advierte: “Sin duda, no necesito decir expresamente que este libo no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor (Sal 27,8). Por so cualquiera es libe de contradecirme. Pido solo a los lec-tores y lectoras esa benevolencia inicial, sin la cual no ha comprensión posible” (p. 20).
Ya hace mucho tiempo entre los investigadores sabios nació, como una etiqueta, esta fórmula, que en modo alguno es inocente: “El Jesús de la historia y el Cristo de la fe”.
Tú, cristiano sencillo estás leyendo el Evangelio, tal cual suena (porque el Espíritu Santo lo inspiró así); pero, ¡atención!, eso que tú lees no es el Jesús de la historia…; es el Cristo de la fe. Es la vida de alguien, ciertamente admirable, que existió y tajo un mensaje del todo excepcional…, pero lo que tú lees está todo recompuesta por el Cristo de la fe.
Este pensamiento ya se huele por donde va…; tiene unos matices de verdad; peo, si no se explica con detalle, es peligrosísimo y a la postre falso.

La historia de Jesús, que solo desde el amor pudo escribirse

La historia de Jesús no es la historia de “alguien…”, que “anduvo por ahí…”; de ningu-na manera. Eso sí sería la historia falsa de Jesús. La historia de Jesús es la historia del Dios de mi vida, frente al cual de ninguna manera puedo yo quedar impasible y neutral. Lo que Jesús hizo, lo que Jesús dijo de tal manera me atañe personalmente a mí que no es posible que jamás se hubiera escrito la historia de Jesús, sin escribir la historia de la pasión de mi vida.

Reglas de lecturas

Hermano compañero de ruta, tú no puede decir: Yo “paso” de Jesús, porque a mí ni me va ni me viene; porque, si lo dijeras, estás haciendo traición a lo íntimo de tu ser, que miste-riosamente te está llamando. Por tanto, la lectura histórica del Evangelio tiene dos reglas.
La primera: Para hallar al Jesús escueto y verdadero de la historia, tiene que enamórate de él. Mientras no te enamores, mejor que no comiences a estudiar en serio…; si quieres, superficialmente, sin darle mayor importancia al asunto.
La segunda: Si estás enamorado de Jesús, ahora sí puedes pasar al estudio riguroso y crítico de los Evangelios. A lo mejor muchas ideas o suposiciones van a caer por tierra. La figura de Jesús no caerá, y, por ello, tu amor se encenderá más, que esto es la finalidad di-recta de los Evangelios.

Y como colofón, si estás enamorado de Jesús, no tengas miedo de disfrutar a raudales de los episodios de la vida de Jesús, de que nos hablan los Evangelio. Métete tú dentro, escucha y admira, porque sucede que este Evangelio se ha escrito para que yo lo disfrute y saboree.

“Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives? Él les dijo: “Venid y veréis”. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día” (Jn 1,38-39).
Esto es verdad, y pienso que no hay otro modo de recuperar la historia de Jesús, que en todos sus puntos me atañe a mí.
Es que La vida histórica de Jesús es vida mía. Un lector inteligente rompe barras y en-tonces desde la fe, lee y se deleita en la historia de Jesús de Nazaret.

Fr. Rufino María Grández

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