• Imagen 1 Nuestro Carisma
    Los Capuchinos somos la rama más joven de los franciscanos, remontándonos a 1525…

Parroquia Capuchina



Parroquia de la Inmaculada y San Pío / Colonia Las Águilas, México D.F.

• Mediante un proyecto parroquial, los fieles de esta comunidad desarrolla sus talentos.

Los fieles católicos desarrollan sus talentos al participar en alguno de los 11 grupos de acción social que forman parte de un proyecto integral impulsado por la Parroquia de la Inmaculada y San Pío.

Los devotos exploran su capacidad de superación personal cuando descubren nuevas oportunidades de bienestar, a partir de que reciben preparación espiritual, así como capacitación formal de instructores, al interior de esta parroquia encabezada por el P. Jesús Ma. Bezunartea, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos.

El funcionamiento de la parroquia y la casa anexa de religiosos capuchinos, así como el referido proyecto integral, son supervisados por el P. Bezunartea, quien coordina además todos los servicios que brinda esta comunidad religiosa en esa zona al poniente de la capital.
Los frailes capuchinos se inclinan, entre sus diversos carismas, por impartir los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía, a ejemplo de san Pío de Pietrelcina. Esta parroquia refleja la sencillez franciscana, así como el compromiso por servir a los demás.

A desarrollar sus talentos
Cada elemento de este templo invita al visitante a impregnarse de la vida espiritual, caracterizada por el orden, el silencio y la pulcritud de los frailes capuchinos. El P. Bezunartea considera que es un lugar adecuado para poner en práctica este modo de vida que equilibra la espiritualidad y la oración con el servicio al prójimo.

La acción social es un cargo clave que está al cuidado de una coordinadora, la hermana María de los Ángeles Huerta, quien muestra a los fieles distintas opciones para integrarse a alguno de los grupos de servicio: Eucaristía, Catequesis, Adoración Nocturna, Catecumenado, Pastoral Familiar o Juvenil, entre otros.

El P. Bezunartea exhorta constantemente a los habitantes del lugar a acercarse a los grupos de acción social que dan cursos de alfabetización y regularización académica, corte y confección, o de cómo ser una joven madre de familia.

Los adultos mayores cuentan con espacios, lo mismo que quienes solicitan ayuda a causa de las adicciones, como los que buscan consejos para ampliar y mejorar su casa, entre otras opciones. “Las personas que necesitan empleo, pueden visitar nuestra bolsa de trabajo”, sugirió el sacerdote, quien promueve además un bazar parroquial en el que se vende ropa seminueva a un precio accesible, así como el servicio médico.

Invaluable apoyo vecinal
Los 11 frailes y cinco sacerdotes que habitan la casa de religiosos están atentos a las necesidades de la comunidad al recorrer las calles, con las brigadas evangelizadoras que formaron para tal fin. El titular de la parroquia aprecia el apoyo de los vecinos que les ayudan a contactar con más personas para anunciarles el kerigma.

El P. Bezunartea basa sus esperanzas en que la gente despierte su conciencia mediante la renovación de los valores del Evangelio, y los invita a participar en las actividades de la iniciativa ‘Familia Evangelizadora’, que esta comunidad religiosa puso en  marcha con motivo del Año de la Fe.

Las instalaciones parroquiales son funcionales y accesibles. El aroma a madera y la calma impregnan su interior. Ahí, en la entrada, está una mesa donde el P. Bezunartea dispuso colocar los ejemplares del periódico Desde la fe, que los lectores del rumbo agotan cada semana, y junto se colocó la alcancía para depositar el importe sugerido.

Con la misma funcionalidad, las cubiertas de ónix suavizan la iluminación emitida por los tubos fluorescentes. Las plantas y flores tienen un esmerado trabajo de jardinería. Estos son detalles pequeños y grandes, que invitan al visitante a envolverse en la atmósfera de espiritualidad de la llamada ‘iglesia de piedra’, como también se le conoce por la zona.

Ficha técnica
Parroquia de la Inmaculada y San Pío
Párroco: P. Jesús Ma. Bezunartea.
Domicilio: Av. Gutiérrez Zamora, esq. Ribera, Colonia Las Águilas, Delegación Álvaro Obregón.
Vicaría: VI. Decanato: 8.
Teléfono: 5593-0022.
Página web: www.parroquiacap.blogspot.com

50 AÑOS DE PROFESIÓN RELIGIOSA


HNO. JESÚS MA. BEZUNARTEA

Fr. Jesús Ma. Bezunartea, segundo hijo de cinco del matrimonio de Valeriano Bezunartea y Tomasa Salcedo, nació el 09 de diciembre de 1943 en Uncastillo, Aragón. Ingresó al seminario menor de los Capuchinos en Alsasua a los diez años. El 14 de agosto de 1962 inició su noviciado en Sangüesa y un año después, el 15 de agosto de 1963, hizo su profesión temporal. Tres años más tarde la profesión perpetua el 17 de septiembre. El 11 de marzo de 1967 en Pamplona recibió la ordenación sacerdotal. Fue enviado como misionero a Filipinas el 08 de junio de 1968, donde trabajó como en un colegio siete años y los seis últimos como párroco. El 02 de agosto de 1982  salía de Filipinas rumbo a México cruzando el Pacífico. En México ha trabajado como asistente de las hermanas Capuchinas los 15 primeros años, cuatro como Ministro de los hermanos de México, nueve como formador de los hermanos en el noviciado y postnoviciado. En la actualidad sirve como párroco y guardián en la comunidad parroquial y capuchina de Las Aguilas, México DF. 

TE INVITO UN CAPUCHINO…  
ENTREVISTA A FR. JESÚS MA. BEZUNARTEA

Podrías señalar las fechas más importantes de tu vida?
Son tantas, como el día de celebrar mis 50 años de profesión en la vida capuchina. Yo suelo decir que la fecha más importante es el día de hoy. Pero bueno, respondiendo de forma convencional a tu pregunta diré que después del día de mi nacimiento y mi bautismo, fechas importantes son la de mi entrada en el seminario capuchino, creo que el 30 de agosto de 1954; mi profesión religiosa el 15 de agosto de 1963; mi ordenación sacerdotal el día 11 de marzo de 1967; mi llegada a Filipinas el 2 de Julio de 1968 y mi llegada a México el 9 de agosto de 1982.

Qué recuerdos religiosos tienes de tu infancia? ¿Cómo sentiste tu vocación?
De niño recuerdo el día de mi primera comunión como una fecha muy significativa; los años en que fui alimentando mi deseos de ser sacerdote capuchino hasta que cumplí los 10 años y un capuchino vino a la escuela del pueblo donde vivía preguntando quién quería ser capuchino; recuerdo que mis padres nos inculcaron la responsabilidad en las prácticas religiosas de la Misa y demás sacramentos; mi alegría de ser monaguillo desde los 8 años; los primeros años del seminario menor. La vocación la sentí desde niño, sobre todo cuando a los cuatro años conocí a los capuchinos.

Cómo te defines a  ti mismo? ¿Cuál es tu estilo personal?
Yo me veo optimista y feliz, con grandes ideales desde niño cuando nos inspiraban a ser misioneros en lejanas tierras y “al pie de un árbol morir”. Me veo plenamente realizado en mi vida como capuchino y sacerdote. La vocación sacerdotal la tuve siempre más clara que la vocación capuchina y desde mi ordenación me vi como una persona al “servicio de los demás”. Me gusta estar cercano a la gente y verme como su servidor porque tengo mucho que dar de lo que he recibido en mi vocación. Me considero una persona muy bendecida por Dios en mi familia y en mi vocación, en los formadores que tuve y en tantos hermanos que me han apoyado en todas las etapas de mi vida.

Cuáles han sido las dificultades en su vocación?
Dificultades las he tenido en los primeros 10/15 de mi ministerio para afianzar mi vocación mientras iba madurando como persona. Tuve algunas dudas en algunos años. El salir de un ambiente conventual a la vida ministerial en Filipinas fue un tiempo de ajuste y de aclarar mi opción vocacional. No fui de decisiones rápidas y emocionales, por ello creo que he perseverado tanto en los años de formación desde la adolescencia hasta la profesión perpetua y ordenación como en años de confrontación de valores en mis veintes.

Qué significó para ti tu profesión religiosa y tu ordenación sacerdotal?
Fueron decisiones fuertes de mucha reflexión y asesoría espiritual, porque eran decisiones para toda la vida.

Cómo vives el altar y el confesionario?
La Eucaristía es para mí el servicio más importante a la comunidad eclesial; el confesionario también es muy importante y fuente de muchas alegrías aunque también de mucha paciencia.

Qué te hace feliz en esta vida?
En mi vida religiosa me hace feliz vivir el carisma franciscano y ser testigo de los valores evangélicos; el vivir alegre mi castidad demostrando que Dios llena el corazón de seguridad, de felicidad y de amor. En mi sacerdocio me hace feliz el administrar la gracia, el amor y el perdón de Dios con alegría y gratuitamente.

Cuál es tu sueño en la VR?
Ser testimonio del Reino de los cielos a través de la vivencia de los tres votos y del carisma franciscano capuchino.

Cómo vives tus 50 años de profesión religiosa?
Con mucha alegría, agradecimiento y emoción.

Quién es Dios para ti?
Dios es mi Padre, nuestro Padre, que se me acerca en Jesucristo y que me acompaña en el Espíritu Santo.

Dónde están los pobres en tu vida?
Son la gente con la que me siento más capuchino y sacerdote. Uno de los piropos que una persona me dijo, echándomelo en cara, hace muchos años siendo párroco, fue: “A usted sólo le importan los pobres”. No me lo creí pero me agradó.

Qué significa para ti ser Fraile Capuchino hoy?
Ser hermano y tratar de actualizar el espíritu de fraternidad y de paz de Francisco de Asís.

Cómo ves a nuestra Iglesia hoy? Cuáles son los retos que hay que afrontar?
A la Iglesia la veo demasiado institucionalizada; demasiado criticada. “Me duele la Iglesia”, inspirado en otro famoso que dijo una frase semejante. Y el reto es el del Papa Francisco: hacer de la Iglesia la comunidad de hermanos seguidores de Jesús, que no haya que acercarla a nadie, sino que viva y se encuentre entre todos los seres humanos que quieren seguir a Jesucristo. No hay que ir a buscar a los alejados sino vivir entre ellos y que la Iglesia este donde ellos están como el pastor, que está junto a la oveja descarriada. No son ellos (los marginados o no creyentes) los alejados sino ella (la Iglesia) la que se ha alejado y se ha asentado en sus fortalezas institucionales de palacios, monumentos, catedrales, etc.

Hacia dónde caminamos como humanidad?
Creo que caminamos hacia una aparente deshumanización que desembocará en tomar conciencia de que nos necesitamos y de que tenemos que volver a valorarnos.

Qué les dices a los jóvenes que optan por la vida religiosa desde tu experiencia?
Les digo que si quieren jugarse la vida por Dios y por los hombres como Jesucristo están el camino correcto.



El hno. Jesús Ma., por sus 50 años de profesión ha escrito este poema:


Erase un 15 de agosto,
en el pueblo de Sangüesa,
casi se olía ya el mosto
cuando sonaba ya a fiesta.

Eran 18 novicios
que llenos de santo amor
a Cristo y a san Francisco,
pronunciaban en su honor

Sus votos con devoción,
con alegría y fervor,
con sincero corazón,
con coraje y sin temor.

Pero llegaron tormentas
eclesiales y sociales,
que sacudieron doquier
valores fundamentales.

De esta forma es que llegaron
a sus 25 años
solo cuatro de 18,
pues los demás se marcharon

por otros muchos caminos
y en diferentes edades,
dejaron los capuchinos
y  se volvieron al mundo.

Al cumplir estos 50
años de la profesión,
somos dos que solamente
queremos de corazón

renovar nuestros tres votos
de obediencia y castidad
y de altísima pobreza,
viviendo en fraternidad.

Misteriosos los designios
de Dios en la humanidad,
por ello gracias decimos
a todos con humildad.

El Señor nos dio hermanos,
que a lo largo de los años,
nos ofrecieron su ayuda
y nos tendieron sus manos.

En este 15 de agosto,
por ello de corazón,
decimos: gracias, hermanos,
por esta vida y su don.

Fueron ustedes regalo,
y fueron como un bordón,
que no dio todo su apoyo,
gracias, sí, de corazón.

Y también como María,
con Francisco y con la Iglesia,
decimos con alegría:
¡Bendito seas Señor!

Ejercicios espirituales 2013


Los Hermanos Menores Capuchinos de México y Texas, en su búsqueda constante de renovarnos espiritualmente para vivir fielmente el Evangelio, nos hemos reunido para tener una semana de ejercicios espirituales. Del 5 al 9 de agosto hemos vivido un clima de profunda oración, retiro y encuentro con el Señor.

El predicador para estos ejercicios fue el hermano Carlos Silva, capuchino brasileño. Han sido 32 los hermanos que participamos en esta semana, provenientes de siete fraternidades de México y Texas. La temática del encuentro, principalmente, se centró en la fraternidad.


Damos gracias a Dios por este encuentro fraterno, que fue un tiempo de renovación y esperanza para continuar viviendo nuestra vocación de Hermanos Menores Capuchinos al servicio de nuestro pueblo.

Año de la Fe: Encuentro con Cristo


Una de las dimensiones o experiencias más importantes de nuestra fe, hoy y siempre, es el encuentro personal con Cristo. El mismo Jesús había preguntado en una ocasión a sus discípulos sobre qué decía la gente y ellos mismo sobre él (Mt 16, 13-20). Vemos que, aunque en un principio les pregunta sobre lo que dice la gente, no le basta esa respuesta, él quiere saber qué piensan sus amigos los apóstoles sobre él. Obviamente para que uno pueda dar una respuesta responsable, ateniéndose a las consecuencias, sobre alguien, necesita conocer personalmente a esa persona. Por ello el Papa nos dice en su carta Apostólica: “He recordado la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (n. 2). A través de esto podemos pensar que el Papa nos está diciendo que nuestra fe tiene una dimensión vivencial e interpersonal con la persona en que creemos.
Pero a esa dimensión de encuentro personal el Papa añade otro aspecto y es que el encuentro con Cristo no se da de una vez para siempre sino que debe renovarse, es decir, enriquecerse, personificarse, fortalecerse, con el paso del tiempo en el camino de la fe. Desde nuestra experiencia de relaciones humanas, podemos entender que, nuestra relación con los amigos no se da una vez cada muchos años sino siempre que tenemos oportunidad; además, la relación que tenemos con ellos es diferente en el pasar del tiempo. Cuando somos niños y jóvenes nos reunimos con los amigos para jugar, para hacer tareas, para fiestas y cosas semejantes. Cuando somos ya mayores, profesionistas o padres de familia, nos juntamos para hablar de negocios, para fiesta familiares, para platicar sobre problemas de la vida, para pedirnos ayuda en alguna necesidad. Por ello, nuestra mirada a Jesús, la imagen que de él vamos a buscar o tener, irá cambiando con el tiempo. Por ejemplo, en lugar del niño Jesús, con quien nos identificamos de niños, más adelante nos interesará ver a Jesús en su trato con la gente o escuchar sus enseñanzas; quizá nos consuele en una situación difícil el ver que él tiene miedo, que acude al Padre, que es fiel aun a costa de su propia vida.
En el número primero de esta carta nos había dicho el Papa que “profesar la fe en la Trinidad equivale –entre otras cosas- a creer en Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo”. El encuentro con Cristo, por tanto, va a incluir el profundizar nuestro conocimiento y experiencia del misterio pascual, como diría san Pablo, “conocer a Cristo y el poder de su muerte y de su resurrección y hasta hacerme semejante a él en su muerte tratando de llegar a la resurrección de los muertos” (Fil 3, 10.11). No será posible para nosotros tener un conocimiento objetivo o realista de Cristo, si no lo contemplamos en su misterio pascual: en sus actitudes altruistas hacia el Padre, buscando su gloria, obedeciéndole hasta el final, y teniendo en cuenta nuestra ventaja espiritual, que él lo expresa en las palabras de san Juan cuando dice: “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1).
Nos dice también el Papa que “el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo” (n. 6). Y esta conversión incluye conocer el misterio del amor de Dios, manifestado en Jesucristo que nos salva; en otras palabras encontrarnos con Cristo como nuestro salvador. Y, de hecho,“es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar; con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación” (n. 7).
Al proponernos los modelos de fe, el Papa nos dice: “Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, que inició y completa nuestra fe (Hbr 12, 2), en el encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano”. Y añade: “Todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección” (n. 13).
Para concluir recordamos las palabras del Papa al finalizar su carta: “Que este año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero”. Pero, ¿cómo sabemos que ese conocimiento personal con Cristo, que es fruto de nuestro encuentro con él, es verdadero y no sentimental? Jesús nos dice después de haber lavado los pies a los doce: “Les he dado ejemplo para que ustedes hagan como yo he hecho con ustedes” (Jn 13, 15). Como nos dice el Papa, se tiene que ver en nosotros “el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo”. Hoy la gente necesita no sólo de testigos, como nos había dicho Pablo VI hace muchos años, sino de testigos entusiastas o testigos entusiasmados de Cristo. Este va a ser uno de los frutos de renovar nuestra fe en este año: encontrar el gusto por dar testimonio de Cristo ante todo el que lo necesite o lo busque. Que, aunque lo sigamos con “la cruz de cada día”, lo hagamos con entusiasmo, ya que la cruz de Cristo es “fuerza y sabiduría de Dios para los creyentes” (1 Cor 1, 24).
Fr. Jesús Ma. Bezunartea, OFMCap

¡Gracias porque me pensaste!

Por mi vida, por mi muerte,
por mi bienaventuranza,
por ti mismo, por tu gloria
conocida y ensalzada... 

¡Gracias porque me pensaste!

¡Porque me creaste, gracias!

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